jueves, 13 de agosto de 2020

Blue Goat 20

 La eficacia me tiene de los nervios. Eficiencia lo llamaba una tal Maite, al final de los ochenta, cuando todavía éramos inocentes y creíamos en el resultado del esfuerzo propio; y vaya sí era eficiente la muchacha que consiguió hacerse con la verga más prometedora del grupo. Por aquél entonces o quizá diez años más tarde, recuerdo otro ejemplo de como la eficacia puede ser peligrosa. Andaba yo de pueblo en pueblo, de casa en casa –era más conveniente atender en los domicilios ya que las tenadas que hacían las veces de consultorio local no eran adecuadas ni para las bestias (dejadez de la administración que prefería gastarse los cuartos en renovar sofás en el despacho del delegado de turno). O sea, que iba de cocina en cocina, el sitio caliente en el invierno, entonces, cuando todavía había inviernos. 

En la casa de Antonio y Liduvina, pongamos que se llamaban así aunque en realidad no me acuerdo, la cocina estaba en el primer piso que era el habitable. En todos los cuartos que a lo sumo eran tres, no había puerta ni ventana que cerrara, digamos, de una forma eficaz, en todo su perímetro, siempre faltaba un trozo o no ajustaba o el cristal se había roto y con suerte habían cubierto el vano con un trozo de cartón. Los aires se colaban con sinuosos silbidos por los entresijos de aquellos puzzles. Como experta científica, visitadora con estudios yo les decía que no era conveniente que tuvieran calefacción de estufa de butano, que mejor lo primero arreglaban tanta raja y desajuste. Él me miraba y se reía, ella se encogía de hombros: tendrá que ser así, decía.

Años más tarde, en el siguiente milenio, me enteré de casualidad que un sobrino les había arreglado la cocina, alicatando hasta el techo y poniendo la ventana y puerta nuevas. Aquél invierno, una noche de diciembre, apenas pudo la Lidu llamar a urgencias, se les encontraron a los dos intoxicados por monóxido, Antonio no lo resistió. 

Como digo, la eficacia puede ser peligrosa. Mientras tanto, Maite, creo que tuvo dos hijos con el promesa.


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