viernes, 3 de julio de 2020

Blues Goat 6

Como las cigüeñas me desplacé hacia el norte para pasar el verano, también por intereses familiares que me reclamaban, por supuesto. El caso es que aquí hace más fresquito --mi sistema neuronal no funciona bien por encima de los treinta grados celsius--, resulta agradable pasear por los parques al mediodía, inspira a la composición poética, ayuda al estudio o a la meditación. Esta impresión de la temperatura, ¡es tan directa! que resulta difícil de imaginar como sufre el cuerpo cuando la piel se calienta y pesa.

Durante el viaje, en eso que llamaron eufemísticamente el adelanto de la canícula, cuando no se trataba de adelanto alguno --ya veréis que gracia cuando llegue agosto-- tuve que viajar casi todo el tiempo con el climatizador activado. Eso aumenta el consumo de petróleo, aunque tenía que elegir entre desmayarme, parar o enchufar el chisme citado. No es que no sea normal lo que está ocurriendo con el termómetro, es que esta fuera de toda valoración estadística. Nos acercamos a ala temperatura del Mioceno, cuando los cocodrilos habitaban Groenlandia

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