sábado, 18 de julio de 2020

Blue Goat 13

A las orillas del Rhin llegan muchos tesoros, patos, gansos, cormoranes, zancudas de pico plano, gaviotas de cabeza negra, jóvenes con la cabeza cubierta, conducidas  en rebaño por un  familiar adolescente --eso sí, varón--, restos de fiestas o de hogueras, plásticos de colores chillones caídos quizá de alguna de  las largas barcazas que continuamente viajan río arriba --con dificultad--, o río abajo --mucho más ligeras. En las orillas del Rhin se han formado playas que amansan la corriente y dan sosiego al paseante, o al perro que se acerca a espantar a la despistada gaviota. Las niñas con el velo cubriendo sus hermosos y largos cabellos se dan empujoncitos mientras ríen, como antaño las ondinas --cuando había meandros e islotes que hacían menos peligroso el baño en estas aguas.

Por las aguas del Rhin bajaba el oro de las rocosas montañas del sur. Los gigantes de Escandinavia ascendían su fluir desde los bajíos donde se confundía con el mar. Se enamoraban de las niñas que jugaban en los bosquecillos de sus curvas escondidas, entre los fresnos, entre las hojas afiladas y planas de los cañaverales. Los gigantes rubios raptaban aquellas sirenas y pedían por su rescate  el oro que dormía posado en la arena del fondo

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